Nuestros abuelos

Se aproxima la fecha del «Día de los abuelos» una fiesta que reivindica a una de las figuras más importantes en la familia. ¿Qué recuerdos tenemos de ellos?

Gran parte de nosotros hemos tenido el privilegio de conocer a nuestros abuelos y algunos de ellos vivieron con nosotros. Su huella emocional nos ha quedado impregnada de los principios más básicos de la vida. Nos enseñaron el valor del respeto, de la madurez, de la templanza, del cuidado y de la protección.

Es verdad, que no todos han tenido la suerte de conocer a sus abuelos. Yo conocí a mis abuelos paternos y maternos, vivían en mi misma calle y tuve la dicha de compartir una etapa de mi vida con ellos. Es una de las experiencias más hermosas y enriquecedoras que hay.

En aquella época, nuestros abuelos, se dedicaban mayoritariamente al campo y trabajaban de sol a sol. Cuando llegaban a casa no tenían agua corriente, ni luz y se alumbraban con candiles y velas. En sus ratitos de ocio se fumaban un cigarrillo y los que estábamos a su lado los mirábamos entusiasmados.

Son esos abuelos que nos dieron la mano, que nos enseñaron a respetar a los mayores, que soplaron nuestras heridas, que nos contaban historias y nos trataban con ternura.

Los nietos y abuelos representan esa unión generacional, ese papel que envuelve un caramelo. Tienen el tiempo como enseñanza y la palabra como razón. Cumplen una función especial en la familia, pero entre todos, hay una cuya influencia sobresale: La abuela materna, aunque cada familia es un mundo y quizás, para algunos niños, la abuela paterna tenga más presencia y aprendan más cosas de ella que de la abuela materna.

Lo importante es, que sus recuerdos nos saben a gozo, al sabor de una taza de chocolate de un día de invierno. Al acurruco de una tormenta de verano en su habitación, y rezando a Santa Bárbara Bendita para que la tormenta se fuera.

Todos tenemos en mente a las abuelas casi siempre, vestidas de negro, debido a los rigurosos lutos de aquella época y con un delantal. Nos llamaba la atención que ese delantal servía para todo. Lo utilizaban como guante, para quitar los recipientes calientes del fuego, para transportar desde el corral los huevos que habían puesto las gallinas, para coger los pollitos y cuidarlos si estaban enfermos, para secar las lágrimas de los más pequeños de la casa. También, cuando alguien llegaba de visita, el delantal le servía de refugio a los niños tímidos. Su función es una lista interminable, y los bolsillos del delantal siempre tenían algo: caramelos, almendras, higos pasados e incluso alguna moneda. Pura magia y protección hacia sus nietos.

Hoy en día, aunque no vivan bajo el mismo techo, los abuelos representan como antaño, la fuente de sabiduría, la experiencia, la ternura y la paciencia.

Paqui Noriega